El Francisco Norte


El Francisco Norte por Roberto Gil

Una vez que parece que se ve la luz al final del túnel para el solar de lo que fue el mítico campo de futbol “Francisco Norte” creo que es momento de recordar lo que para mí significó ese enclave deportivo de la Marbella del siglo XX.


Cuando era pequeñito, nada más escuchar el nombre se me ponía la “piel de gallina”, porque en aquella época decir “Francisco Norte” era sinónimo de fútbol, de diversión, de entrenamiento y de entretenimiento. En una época en la que los niños pasábamos en la calle nuestro tiempo libre, el poder tener un sitio donde poder practicar tu deporte favorito, sin el peligro de los coches, era un auténtico lujo.
 
Para mí “Francisco Norte” era sinónimo de “campo de tierra” (el albero era una utopía sólo al alcance de los campos sevillanos y por supuesto el actual césped artificial ni existía).
 
“Francisco Norte” era sinónimo de las míticas botas de piel de canguro “Marco” y poco después de las de piel más suave (bovina) llamadas “Copa Mundial”, era sinónimo de los balones “Mikasa” (esos que si te pegaban fuerte con él en el cuerpo te dejaba la señal de sus triangulitos sobre la piel durante días, y que eran los únicos fabricados para poder aguantar al menos media temporada los duros campos de tierra de la época), unos Mikasa que poco a poco fueron dejando paso al no menos mítico “Tango”.
 
Es imposible hablar de “Francisco Norte” sin acordarse de los maravillosos conserjes (verdaderos padres para todos nosotros); Joaquín Gómez, Miguel y Lázaro que siempre estaban atentos a que a los cientos de niños que pasábamos por allí no nos faltara de nada.
 
“Francisco Norte” era sinónimo de cal (para pintar los limites), sinónimo de eucaliptos (que delimitaban el campo en la portería sur y en la grada de tribuna), era sinónimo de los apartamentos “El Faro” o del patio del Instituto Rio Verde (que eran a donde teníamos que saltar jugándonos el tipo, para recoger los balones que ahí se embarcaban). O también sinónimo de la gran grada que había en la parte este, bajo la cual estaban los cuartuchos donde guardábamos el material, y en cuya esquina norte lucía imponente un espectacular marcador manual. Quién no se acuerda del edificio de los vestuarios, encima de los cuales estaba “el palco” del campo. Madre mía que recuerdos!
 
El “Francisco Norte” para mí era el campo que estaba ligeramente inclinado de norte a sur, lo que provocaba que cada vez que llovía fuerte se inundara la parte sur de la instalación y entonces era casi imposible pasar de la entrada del recinto a la de los vestuarios, un campo que al no disponer de riego automático, se regaba con un camión cuba que se usaba para las calles, y el poco albero y la mucha tierra se “trillaba” con un Land Rover del que colgaba un gran rastrillo y en el que nos subíamos los jugadores para hacer peso sobre la tierra y así poder asentarla un poco. Camión cuba y Land Rover que accedían al terreno de juego gracias a que se podía abrir el gran portón verde que tenía el campo como acceso en la entrada por la antigua calle Finlandia (actual Notario Luis Oliver).
 
El “Francisco Norte” era el campo donde los equipos de fútbol que entrenaban a la misma hora se repartían medio campo para cada uno y dentro del mismo club, la mitad de ese medio campo para cada plantilla, (recuerdo que con los alevines del Cultural llegué a entrenar en un cuarto de terreno de juego).
 
Como acabo de comentar, yo empecé a entrenar en el “Francisco Norte” en los alevines del Club Cultural (el equipo de mi barrio, el Pilar) para después acabar siendo el capitán del infantil B del extinto Atlético Marbella y retirarme del fútbol federado en los juveniles del antiguo club blanquillo. Se me vienen a la mente muchos nombres de entrenadores: desde Juanillo “el del luná” , pasando por Luis Teruel “el Málaga” o Jesús Cortes “Pori” (todos ya fallecidos) y los dos últimos con ambos campos de futbol dedicados a su memoria hoy en día (el primero en Arroyo 1º y el segundo en el Serrano Lima). Quién no recuerda a los Jaime Molina (padre), Miguel Berrocal, Flecha, Mane, Paco el Calahorra, o Paco Zaya (padre), Ronda, Moñi y muchos más (pido disculpas a los que me olvide).
 
Era el campo de Manolo “el árbitro”, del “pancho”, de “rumen” o incluso de Antonio Decós (todos árbitros).
 
Era un campo donde entrenaban los clubes que por aquella época había en la ciudad: Atlético Marbella, Marbésula (sus filiales), porque sus equipos grandes compartían el antiguo Utrera Molina (actual Estadio Municipal), el Cultural, los Compadres, la Peña del Málaga, el Olímpico Marbella, etc, etc.
 
El “Francisco Norte” era el campo de los derbis de filiales Marbésula-Marbella (con Pepe “Ronda” y “Moñi” al frente) y unos graderíos llenos.
 
Era el campo de los partidos importantes del fútbol base (Regional o Juvenil Nacional, de aquella época, hoy en día equivalente a Tercera o División de Honor), en domingo por las mañanas. Y quién no recuerda los famosos filetitos a la plancha que se cocinaban en los descansos, los días de estos importantes partidos.  Me acuerdo de los autobuses de los equipos visitantes aparcados junto a la parada de la antigua cafetería Marbella, y las riadas de equipos y futbolistas recorriendo el centro de Marbella (sábados y domingos, camino del campo).
 
El “Francisco Norte” era el campo donde los sábados por la tarde se disputaban los partidos de la recién creada (por aquel entonces) “Liga de Aficionados de Marbella”, con los míticos equipos del Mediterráneo, Andalucía, Faro, Carnicería Cristóbal, Sporting Peugeot o Deportes Moñi.
 
Pero, por encima de todo, el “Francisco Norte” era el campo de las generaciones de grandes futbolistas desde los más antiguos: los hermanos Lorenzo, Salido (padre), Martos, Vallejo, Salvador Haro, Marcelino, Zaya, Sala, o Moñi, pasando por los que han llegado más lejos en esto del fútbol: Loren, Juan Jesús, Jaime Molina (hijo), Salido (hijo), o los más recientes y no por ello menos importantes: Pepe Luque, Gamito, Pomares, Javi Cecilla, Poti, Navarro, Oscar Rueda, Andrés Ramos, Antonio Chico, Paco Zayas, Rubén Sánchez, Ávila o Dani. En fin, son tantos cientos que podría tirarme tres meses poniendo jugadores, por lo que desde ya pido disculpas a todos.
 
Son tantos los recuerdos, los momentos, las imágenes que cuando escucho “Francisco Norte” vienen a mi mente, que es imposible recordarlos todos, eso sí no todos son momentos buenos, hubo dos momentos malos en mi historia con el “Francisco Norte”. Uno que me reservo para la tumba y otro cuando el ladrillazo y la especulación inmobiliaria se fijaron en la histórica instalación y entraron con las excavadoras a destruirlo por completo. Para mí ese día es equivalente a que a un aficionado del Madrid o del Athletic Club le entraran en el Bernabéu o en San Mamés y se lo tiraran todo abajo sin conservar nada y sin alternativa posible.
 
Dolor y daño, así como rabia e impotencia, son mis sensaciones a lo que ha acontecido en los últimos años sobre el “Francisco Norte”, así que a día de hoy y toda vez que toma cuerpo el hecho de que se va a abrir el párking subterráneo que hay en su subsuelo, con la condición de que se respete la memoria de la familia “Francisco Norte” que cedió el suelo en superficie para que la juventud de Marbella lo disfrutara como instalación deportiva, es hasta irónico que un gran futbolista de nuestra selección de fútbol actual esté detrás de poder hacer realidad y devolver a la gente de Marbella lo que por ley le pertenece, que el mítico “Francisco Norte” vuelva a abrir sus puertas, adaptado a la Marbella del siglo XXI, con su antigua esencia perdida, pero con su único fin intacto, una instalación deportiva de los ciudadanos de Marbella para la juventud de Marbella. Ramos a ti nos encomendamos!
 
Al menos no me resigno a ver de nuevo los chiquillos que, como yo, vuelvan a patear balones sobre su superficie. A lo mejor así consigo hacer realidad un sueño, que mi padre Moñi vuelva a pisarlo como instalación deportiva, un Moñi que desde que se enteró que las excavadoras entraban para derrumbarlo todo (ya hace dos décadas) todavía no ha sido capaz de pasar si quiera por la actual calle Notario Luís Oliver.

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